sábado, abril 10, 2010

Los cuatro “cerebros” de la evolución futura (lóbulo derecho) [segunda parte]

Todo este robotismo cambia drásticamente y dramáticamente cuando volvemos hacia el lóbulo derecho, los circuitos futuros y las sustancias químicas extraterrestres.

V – El circuito neurosomático: Cuando este quinto “cerebro-corporal” es activado, se produce una conexión hedonista (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida), una diversión extática, un desapego de todos los anteriores mecanismos compulsivos de los primeros cuatro circuitos.
Este quinto cerebro empezó a aparecer hace unos 4000 años en las primeras civilizaciones del ocio y ha ido incrementándose en el último siglo.
Se ha demostrado con electroencefalogramas que este circuito representa el primer salto del lóbulo izquierdo lineal del cerebro al lóbulo derecho analógico.

VI – El circuito neuroeléctrico: El sexto cerebro consiste en el sistema nervioso siendo consciente de sí mismo, independientemente de los mapas de realidad impresos de modo gravitacional (circuitos I-IV), e incluso independientemente del éxtasis corporal (circuito V).
Este es el circuito de “la conciencia de abstraer”. Es la “metaprogramación”, es decir, conciencia de programar la propia programación. Este nivel de funcionamiento cerebral parece haber sido constatado por primera vez aproximadamente unos 500 años antes de Cristo.
El circuito VI es la preparación para el paso siguiente, la comunicación interespecies con entidades avanzadas que posean túneles de realidad electrónicos (post-verbales).
El circuito VI es el “traductor universal” imaginado a menudo por los escritores de ciencia-ficción, incorporado ya en el interior de nuestros cerebros por la cinta grabada del ADN. Igual que los circuitos de la futura mariposa están ya incorporados en la oruga.
VII – El circuito Neurogenético: El séptimo cerebro entra en acción cuando el sistema nervioso empieza a recibir señales desde el interior de la neurona individual, por medio del diálogo ADN-ARN. Los primeros en conseguir esta mutación hablaron de “recuerdos de vidas pasadas”, “reencarnación”, “inmoratalidad”, etc.
El circuito VII está más oportunamente considerado, en términos de la ciencia, como el archivo genético. La memoria del ADN girando en espiral hacia atrás hasta el amanecer de la vida. Ahora podemos ver que esto es, también, una anticipación evolutiva, puesto que nos hallamos ahora mismo en el umbral de una longevidad prolongada que conduce a la inmortalidad.
La función evolutiva del séptimo circuito y de su evolutivo túnel de realidad, que abarca eones, es prepararnos para la inmortalidad consciente y la simbiosis entre especies.
VIII – El circuito Neuriatómico: Infra, supra y meta-físiológico. Un sistema de comunicación basado en la mecánica cuántica que no requiere un contenedor biológico.
Cuando el circuito de nivel cuántico, el espacio-tiempo es eliminado.
Cuando nuestra necesidad de una inteligencia superior, de una implicación más rica en el diseño cósmico, de una trascendencia ulterior, ya no sean satisfechas por nuestros cuerpos físicos, ni siquiera por unos cuerpos inmortales que esperan saltar a través del espacio-tiempo, el circuito VIII abrirá nuevas fronteras. Nuevos universos y realidades. “Más allá de la teología: la ciencia y el arte de convertirse en Dios”, como escribió Alan Watts.

Todos estos distintos niveles de conciencia y circuitos que hemos estado discutiendo, e ilustrando, constituyen impresiones bioquímicas en la evolución del sistema nervioso. Cada impresión crea un túnel de realidad mayor.
El programador aprende constantemente más, y es cada vez más capaz de ser consciente de sí mismo, de su modo de operar. Así, estamos evolucionando hacia la inteligencia-estudiando-la-inteligencia (el sistema nervioso estudiando el sistema nervioso) y somos más y más capaces de acelerar nuestra propia evolución.
Nuestro primer despertar (lóbulo izquierdo) [primera parte]

Los seres humanos tendemos a creer, por la necesidad de sentirnos seguros, y podemos a llegar a pensar sólo lo que deseemos o necesitemos pensar, ignorando la evidencia, o la falta de evidencia.

Para comprender el espacio neurológico, el doctor Leary asume que el sistema nervioso consiste en ocho circuitos potenciales, o “mecanismos” o minicerebros.
Cuatro de esos mecanismos se hallan en el lóbulo izquierdo:
I – El circuito de biosupervivencia: Es el primero en activarse al nacer. Programa la percepción en una especie de encasillamiento dividido en cosas buenas-nutritivas (hacia las que nos sentimos atraídos) y cosas peligrosas-tóxicas (de las que huimos o atacamos).
Este es el circuito de la “conciencia”, la sensación de estar aquí y ahora, en este cuerpo, orientado a la supervivencia corporal. (Cuando uno está inconsciente”, el primer circuito está anestesiado y los médicos pueden practicar cirugía sobre ti o los enemigos pueden atacarte, y no podrás evadirles ni huir).
II – El circuito emocional: Este segundo y más avanzado biocomputador se formó cuando aparecieron los vertebrados y empezaron a competir por el territorio. Es la metamorfosis del ser humano del arrastrarse hacia el andar. También corresponde al cambio del niño que empieza a andar y a tomar decisiones.
Este es el circuito del “ego” (importancia-no importancia) en el grupo o tribu.
III – El circuito de agilidad-simbolismo: Cerebro formado cuando los homínidos empezaron a diferenciarse de los demás primates y es activado cuando el niño, ya más mayor, empieza a manejar utensilios y a emitir señales laríngeas.
Este es el circuito de la “mente”, la capacidad de recibir, integrar y transmitir señales producidas por la mano homínida (artefactos) o por los 9 músculos laríngeos homínidos (habla).

La impresión de esos tres circuitos determina, aproximadamente a la edad de 3 años y medio, el grado y el estilo básico de confianza/desconfianza que colorearán la “conciencia”, el grado y estilo de agresividad/sometimiento que determinarán el “ego”, y el grado de habilidad/torpeza con que la “mente” manejará instrumentos o ideas.

IV – El circuito socio-sexual: Este cerebro es post-homínido, específicamente carácterístico del Homo sapiens, el hombre-mujer “domesticados”. Es activado en la pubertad, cuando las señales de ADN desencadenan la liberación glandular de productos neuroquímicos sexuales y se inicia la metamorfosis al estado adulto.
Este es el circuito de “la personalidad adulta”

Ninguna sustancia terrestre cambia las impresiones bioquímicas básicas. Las conductas que se desencadenan son las que se quedaron grabadas en el sistema nervioso durante los primeros estadios de vulnerabilidad a la impresión. El circuito II, el “ego”, exibe los juegos o condicionamientos aprendidos de los padres en la infancia. El circuito III “mente” nunca va más allá de las permutaciones y combinaciones de los túneles de realidad impresos originalmente, o de abstracciones asociadas con las impresiones a través de condicionamientos posteriores. Y así sucesivamente.