Fábula 3
Una joven esperaba el embarque de su vuelo en un gran aeropuerto... Como tenía una larga espera ante sí, decidió comprarse un buen libro y un paquete de galletas. Se sentó de la forma más cómoda que pudo y se puso tranquilamente a leer y a comer, dispuesta a pasar un buen rato de descanso. Al lado de su asiento, donde se encontraba el paquete de galletas, un hombre abrió una revista y se puso a leer. Cuando ella cogió la primera galleta, el hombre también cogió una. Ella se sintió irritada por este comportamiento, pero no dijo nada, contentándose por pensar "¡Qué cara dura!".Cada vez que ella cogía una galleta el hombre hacía lo mismo. Ella se iba enfadando de forma progresiva, pero no quería montar un espectáculo. Cuando sólo quedaba una galleta, pensó: “Y ahora ¿qué va a hacer este imbécil?”. El hombre cogió la galleta, la partió en dos y le dio la mitad. Bueno, esto era demasiado, ella estaba muy enfadada. En un arranque de genio cogió sus cosas y su libro y salió disparada a la sala de embarque.
Cuando se sentó en el asiento del avión, abrió su bolso… y con gran sorpresa descubrió su paquete de galletas intacto y cerrado.
Se sintió muy mal, no comprendía como se había podido equivocar; olvidó que había guardado su paquete de galletas en el bolso.
El hombre había compartido sus galletas con ella sin ningún problema, sin rencor, sin explicaciones de ningún tipo, mientras que ella se había enfadado tanto, pensando que había tenido que compartir sus galletas con él. Y ahora ya no tenía ninguna posibilidad de explicarse ni de pedir excusas.
Hay cuatro cosas que no podemos recuperar nunca más…
-Una piedra después de haberla tirado.
-Una palabra después de haberla dicho.
-Una ocasión después de haberla perdido.
-El tiempo cuando ya ha pasado.
Una joven esperaba el embarque de su vuelo en un gran aeropuerto... Como tenía una larga espera ante sí, decidió comprarse un buen libro y un paquete de galletas. Se sentó de la forma más cómoda que pudo y se puso tranquilamente a leer y a comer, dispuesta a pasar un buen rato de descanso. Al lado de su asiento, donde se encontraba el paquete de galletas, un hombre abrió una revista y se puso a leer. Cuando ella cogió la primera galleta, el hombre también cogió una. Ella se sintió irritada por este comportamiento, pero no dijo nada, contentándose por pensar "¡Qué cara dura!".Cada vez que ella cogía una galleta el hombre hacía lo mismo. Ella se iba enfadando de forma progresiva, pero no quería montar un espectáculo. Cuando sólo quedaba una galleta, pensó: “Y ahora ¿qué va a hacer este imbécil?”. El hombre cogió la galleta, la partió en dos y le dio la mitad. Bueno, esto era demasiado, ella estaba muy enfadada. En un arranque de genio cogió sus cosas y su libro y salió disparada a la sala de embarque.
Cuando se sentó en el asiento del avión, abrió su bolso… y con gran sorpresa descubrió su paquete de galletas intacto y cerrado.
Se sintió muy mal, no comprendía como se había podido equivocar; olvidó que había guardado su paquete de galletas en el bolso.
El hombre había compartido sus galletas con ella sin ningún problema, sin rencor, sin explicaciones de ningún tipo, mientras que ella se había enfadado tanto, pensando que había tenido que compartir sus galletas con él. Y ahora ya no tenía ninguna posibilidad de explicarse ni de pedir excusas.
Hay cuatro cosas que no podemos recuperar nunca más…
-Una piedra después de haberla tirado.
-Una palabra después de haberla dicho.
-Una ocasión después de haberla perdido.
-El tiempo cuando ya ha pasado.
