La raíz es el cimiento oculto que sostiene la estructura. Ya sea nuevo o viejo, feo o hermoso un árbol necesita su raíz y un edificio sus cimientos para mantenerse en pie.
La estructura visible de la vida humana: el cuerpo, las palabras y las acciones poseen en sus acciones una energía. El proceso llamado “muerte” ocurre cuando esta energía abandona al ser humano. Se queda una boca sin palabras, unos ojos que no ven y un cuerpo sin movimiento.
Mientras no examinemos al raíz de nuestra existencia no podremos empezar a comprendernos y cambiar.
Los pensamientos son la semilla que brota del alma, un foco de energía no material, eterna en forma de identidad. El alma no está sujeta a cambios como lo está el cuerpo. El alma, que no pertenece al mundo material, es la base de la conciencia y en ella se contiene nuestra personalidad, nuestros pensamientos, nuestros deseos y nuestras emociones.
Así como la semilla de un árbol guarda en su interior su imagen, hasta que las condiciones apropiadas le permiten manifestarla, el alma contiene en su interior la imagen de la personalidad individual, que se manifiesta a través de la acción.
