miércoles, marzo 21, 2012

crisis?? ...de personas.

Lucía trabaja en un teléfono erótico, maneja muchas veces con sus clientes las mismas palabras que usa en la intimidad con su pareja y se sorprende bajoneada cuando no consigue calentarles. Daniel trabaja como teleoperador y está obligado a mentir a quienes llaman protestando por alguna incidencia: su ‘sonrisa telefónica’ se agrieta cada día que pasa, no sabe cuánto más podrá aguantar. Fátima es arquitecta, sufre terriblemente poniendo sus conocimientos al servicio de una construcción de ciudad sometida a la lógica del beneficio, pero adora su vocación y no quiere dedicarse a otra cosa. Julia trabaja en una galería de arte: su contrato fija 40 horas semanales, pero nunca debe de haber trabajado menos de 60. Nadie se lo ordena, simplemente es el tiempo que exigen los proyectos que gestiona, en los que se siente personalmente implicada. Martina vive de su imagen: no considera su belleza un don, sino el producto de un trabajo que exige mucha disciplina.

Todos esos ejemplos nos hablan de un nuevo tipo de alienación: la instrumentalización de lo íntimo; es decir, de nuestras inclinaciones más profundas, de lo que confiere sentido a nuestra vida.

¿Nueva alienación? ¿Acaso no siempre ha sido así desde que el capitalismo es mundo?

La alienación significó antaño la negación pura, simple y brutal de nuestra humanidad. “El trabajador debe ser una mezcla de orangután y robot”, decía Taylor, el inventor de la organización del trabajo que Charles Chaplin caricaturizara en Tiempos modernos. La humanidad se recuperaba fuera del trabajo, en la comunidad obrera, en la lucha política o en los espacios domésticos.

Hacia finales de los años 20, promover el consumo se volvió estratégico para atajar las crisis económicas y el avance del socialismo. El capitalismo empezó entonces a apoderarse de todo aquello que quedaba precisamente fuera del trabajo: cultura, espacios públicos, costumbres, sentimientos. Marcuse fue uno de los teóricos que radiografió más nítidamente la “integración generalizada en un sistema de necesidades dirigidas”. El hombre unidimensional que describió es un sujeto pasivo en el trabajo, pasivo en el tiempo libre (televisión, cine, turismo), convertido en cosa. La revolución mundial del 68 hizo saltar todo esto por los aires.

Hoy, cuando la cultura, la información, los servicios y la creación de ambientes son un motor económico absolutamente clave, ¿cómo se ha redefinido la alienación? El colectivo Tiqqun lo resume en una sola frase: ya no se nos dice “harás lo que quiero que hagas”, sino “serás lo que quiero que seas”. El trabajo ya no es un intercambio de tiempo por dinero, sino más bien de alma por dinero, cada uno convertido en “empresario de sí mismo, gestionando su Yo-marca” (Santiago López Petit). Un baile de máscaras en condiciones de precariedad, competencia de todos contra todos, inseguridad, invisibilidad, infantilización, jerarquía, control… El consumo ya no es un sistema de necesidades dirigidas autoritariamente desde arriba, sino la sofisticada construcción de personalidad que cualquiera puede contemplar en la publicidad. Lo que se nos oferta ya no es tanto un objeto, como una experiencia, un estilo de vida, una autenticidad. Ya lo decía The Clash: “I’m all lost in the supermarket/I can no longer shop happily/ I came in here for that special offer/ A guaranteed personality”. El supermercado abarca ahora la realidad entera.

Las máscaras que llevamos cambian velozmente, pero estamos obligados a llevarlas con el mismo ánimo: optimismo, positividad, felicidad, espíritu de equipo, disponibilidad al contacto instrumental, a la ruptura de todas las fidelidades y los lazos previos, permanente sexualidad sin sensualidad, etc.

El acicate es el miedo. Miedo a quedar fuera, a la desconexión, al agujero negro de la soledad y la miseria. Miedo, lo que es más grave, a regresar a nuestra propia piel porque eso nos exigiría ver el mundo desde un lugar demasiado vacilante para el Yo-marca. Así sentimos “la presión de la vida de ocupante en esta tierra extraña”, como canta La Polla Records.

La proliferación incontrolada de enfermedades del alma es a la vez síntoma y límite de esta instrumentalización que penetra todo mi ser: pánico, depresión, fobias, anorexia, ansiedad, etc. Todos estamos al borde de la catástrofe y del colapso, ricos y pobres. Podemos escuchar las grietas que se nos abren en la gestión del Yo-marca o acallarlas repitiéndonos, como el personaje de Annette Bening en American Beauty, que “para tener éxito, hay que proyectar una imagen de éxito…”, mientras te deshaces poco a poco por dentro.

Pero cuando el capitalismo instrumentaliza la intimidad, la intimidad se vuelve también el principio de la resistencia. Ya no la conciencia o la ideología, sino la intimidad que no se oculta sus grietas. La máscara se convierte entonces en un disfraz estratégico, la intimidad explotada se desdobla.

¿Y cómo se expresa políticamente el malestar ante la instrumentalización de lo íntimo? Olvidémonos de las respuestas-zombi en términos de izquierda o derecha, de progresistas o reaccionarios, de partidos o sindicatos. La lucha se vuelve más difícil porque el enemigo está en mi casa y yo estoy en la suya. Cuando trabajar quería decir “harás lo que yo quiero que hagas”, la huelga general respondía “no lo haré” deteniendo la producción. Pero cuando trabajar significa “serás lo que yo quiero que seas”, ¿cómo se interrumpe esa producción? ¿Cómo hace uno huelga de sí mismo, de su Yo-marca? ¿Y cómo se vinculan y se organizan las intimidades heridas? La única certeza que tenemos es que todo ello requiere otros lenguajes, otros tiempos, otras estéticas que no son las de la política (pero sí las de lo político).

...el cambio!

El ser humano debe empezar a desprenderse de mecanismos primarios como el miedo, el deseo y el ansia de dominio. Estos fueron necesarios durante millones de años para sobrevivir. Ahora es el tiempo del cambio.

sábado, diciembre 11, 2010

Disipar el estrés

"Las cosas buenas que provienen de la prosperidad deben ser deseadas, pero las cosas buenas que provienen de la adversidad deben ser admiradas."
[Séneca]

De todas las virtudes que podemos aprender no hay otra característica más útil, más necesaria para la supervivencia y con más probabilidades de mejorar la calidad de vida que la calidad de transformar la adversidad en un desafío que pueda proporcionarnos disfrute.

La integridad de la persona depende de la capacidad para tomar los sucesos destructivos o neutros y convertirlos en positivos.

Quienes saben cómo transformar una situación desesperanzada en nueva actividad de flujo que pueden controlar, son capaces de disfrutar de sí mismos y de resurgir más fuertes de la prueba.

miércoles, septiembre 15, 2010

La arrogancia de creer que lo sabemos todo y de demonizar cualquier información que nos sea molesta o desconocida tan sólo limita nuestra capacidad de ver y comprender las cosas desde una nueva perspectiva. En vez de ponernos a la defensiva, podemos adoptar una actitud más humilde y madura, basada en el reconocimiento de que no sabemos y de que estamos abiertos a aprender. Asumir la propia ignorancia es un trago amargo, pero necesario para poder crecer y evolucionar como seres humanos.

viernes, septiembre 10, 2010

Sinceridad = Libertad

Sinceridad significa conocer claramente lo que sucede dentro de ti.

Tal claridad se refleja en las palabras, que tienen el poder de la verdad, y surgen con facilidad y sin vacilaciones.

Si los demás nos influyen fácilmente, la capacidad de ser sincero se reduce. Los demás no podrán recibir ese sentimiento de verdad, y en las relaciones no habrá un sentimiento de amor. Parecerán superficiales.

Se necesita mucha fuerza y dedicación para ser honesto. Una de las cualidades más nobles de una persona es la capacidad de decir: «Lo siento. Estaba equivocado y tú tenías razón». Lo que importa no es tener razón, esgrimir argumentos contundentes o lograr que los demás acepten nuestras ideas. Lo que importa es ser capaz de reconocer los errores, hacernos responsables de ellos, aprender la lección y seguir adelante con mayor grado de madurez.

Ser fiel a nuestro propio yo es uno de los pilares de la grandeza, ya que permite experimentar el amor. Hay un gran poder en esta experiencia. Por desgracia, en lugar de disfrutar de tal grandeza de una forma natural, la mayoría de las personas renuncian a esta oportunidad poniendo excusas. Las excusas también son una forma de la falsedad.

Donde hay sinceridad y honestidad, los sentimientos se vuelven puros y limpios.

Hay gente que para no arriesgarse al fracaso, al rechazo, a la soledad, intenta acoplarse al grupo, agradar y quedar siempre bien. No es así como nos sentiremos fuertes y tranquilos.
Buscamos seguridad y dejamos de ser nosotros mismos, adoptamos una personalidad que sigue las pautas culturales y sociales. De esta manera desaparece la discrepancia entre el yo y el mundo, y con ella el miedo a la soledad y la impotencia.

Ser nosotros mismos y diferentes a los demás conlleva el riesgo de sentirnos solos. El miedo nos domina. Seguir las pautas sociales, culturales, religiosas o políticas parece ofrecernos más seguridad y alimenta nuestro sentido de pertenencia, al sentir que formamos parte de un grupo, ya sea la familia, un equipo, un partido político o una comunidad. Así nos disponemos a someternos a nuevas autoridades capaces de ofrecernos seguridad y aliviar nuestra duda. Esa actitud alimenta la dependencia y la pérdida de libertad.

En cuanto a las parejas, vivimos en la contradicción de querer estar juntos y separados, de querer una pareja estable y a la vez utilizarla y desecharla después. El amor llega a considerarse una conexión más que una comunicación o un vínculo. Las parejas se convierten en otro objeto de consumo. Aunque estemos juntos, nos sentimos desunidos. Las actitudes de comparación, celos, rabia, analfabetismo emocional, nos separan. El ego nos distancia del otro, nos cuesta asumir la responsabilidad de nuestra vida y nos resulta más fácil culpar al otro de cómo estamos.

Asumir plenamente nuestra responsabilidad: ese es el camino hacia la libertad.

sábado, agosto 14, 2010

Apuntes Tántricos

La humildad en nuestras relaciones nos ayudará a solucionar problemas de celos, de posesividad o dominio sobre el otro.
Las personas aunque decidan convivir en pareja, deben de ser y sentirse libres. Nadie es propiedad de nadie. Existe una pareja porque hay humildad, respeto y amor. Si no hay amor, si no hay entrega mutua, entonces no hay pareja.
¿Y para qué quieres alguien a tu lado que no te ama?
La pareja no nos pertenece, mostrar celos, no sólo es poco evolutivo, sino que pone de manifiesto la propia inseguridad personal. Nada va a cambiar las cosas, ni mucho menos los celos, si la pareja ha decido emprender otro camino. Y, una de dos: o no está haciendo lo que debe, o el amor se ha terminado y, entonces, ¿qué sentido tiene seguir adelante?

Lo espiritual surge cuando somos capaces de darnos cuenta de que no somos el Ego. El Ego y su amor por lo que antiguamente llamábamos «pecados capitales», es la máscara que todos, sin excepción, llevamos puesta para desenvolvernos en esta sociedad y «defendernos» en el mundo. La fusión de todas esas energías que nos esclavizan crea esa máscara hecha de materialismo, de orgullo, vanidad, celos, posesividad, etc. Todos y cada uno de los órganos de nuestro cuerpo son receptores de nuestras emociones que almacenan determinadas energías. Mal canalizadas o bloqueadas estas energías nos provocan las enfermedades psicológicas que, al ser removidas, emergen y, al hacerse conscientes, se pueden sanar.

No se debe aceptar ni rechazar nada. No tenemos el suficiente conocimiento como para juzgar si algo es bueno o es malo; eso es sólo soberbia e ignorancia. Podemos hacerlo, en todo caso, en función de los conocimientos científicos que tengamos, y aún así, a la ciencia todavía le queda mucho por investigar.

Da lo mejor que llevas dentro, sin esperar nada a cambio porque desde el momento en que estás esperando algo, estás condicionando tu vida.

lunes, agosto 09, 2010

Los pensamientos que cambian y nos cambian

El poder de la mente humana es el mayor poder que poseemos. Creados en la mente, los pensamientos se manifiestan en palabras y acciones que nos afectan no sólo a nosotros y a los demás, sino finalmente al mundo también. El mundo es, por tanto, un reflejo de nuestra consciencia.

Todo lo que crean los seres humanos se crea primero en la mente, a través de los pensamientos. Nuestras esperanzas, sueños, visiones, nuestras actitudes y valores, nuestra consciencia y maneras de ver el mundo, todo surge de las semillas de nuestros pensamientos. A través de nuestros pensamientos creamos nuestro destino. Por ejemplo, los pensamientos de Edison llevaron al descubrimiento de la electricidad, que ha contribuido significativamente a mejorar el nivel de vida de todos. Los pensamientos de Gandhi llevaron a la liberación a una nación entera a través de la resistencia no-violenta. Esto proporcionó una duradera inspiración a nivel mundial para la resolución de conflictos a través de métodos pacíficos.

Los pensamientos se pueden dividir en cinco categorías:

Pensamientos necesarios, los que son útiles para la vida, tales como “he de comprar esta comida, etc.”

Pensamientos inútiles, que son improductivos, tales como soñar continuamente en ganar una lotería o volver de manera compulsiva hacia algo del pasado una y otra vez.

Pensamientos negativos, que lastiman al ser y a los demás, tales como “no me gustas”.

Pensamientos positivos, que benefician al ser y a los demás, tales como “estoy seguro de que está intentándolo lo mejor que sabe y puede”.
Los Pensamientos que cambian y nos cambian
Pensamientos elevados, que, basados en conocimiento espiritual, refuerzan los vínculos de nuestro ser, tales como “soy un alma pacífica”.

Si queremos cambiar, es obvio que necesitamos crear pensamientos positivos acerca de nosotros mismos y de los demás. A menudo esto es un desafío, ya que con el paso de los años, nos hemos afectado considerablemente por los pensamientos negativos de los otros, tales como nuestros padres, profesores y jefes. Sufrimos de una baja autoestima y una falta de auto-respeto que hace que nos sintamos internamente lisiados a nivel espiritual.

Necesitamos revisar y cambiar tales pensamientos, reemplazándolos con los pensamientos elevados y el poder del amor profundo que viene de conocer nuestra verdadera identidad espiritual.

lunes, julio 26, 2010

Transformación

El cambio que queremos ver en el mundo empieza por nosotros. Sin embargo, muchas personas no podemos transformar nuestro ser debido al trabajo sutil que se requiere para esto. Una de las causas de que la transformación en profundidad sea difícil es que nos hemos apegado a una vieja manera de ser y nuestra identidad se ha vuelto dependiente de la misma.

La transformación del ser significa liberarse uno mismo de su vieja identidad, una identidad que arrastra capas y capas de diversas formas de apegos. Necesitamos detectar las características adquiridas que hemos acumulado a lo largo del tiempo. Características que nos han alejado de nuestro ser verdadero y nos han metido en una caja.

Al hacer esto, estamos participando activamente en nuestra propia exploración personal y en el descubrimiento de “quién soy yo”. Necesitamos revisarnos antes de que podamos cambiarnos. Necesitamos saber quiénes somos antes de poder saber qué papel interpretar en el mundo. El principio sutil de este proceso es: Hasta el punto en que yo me prepare interiormente, hasta el mismo punto seré capaz de ser parte de la transformación en el exterior.

Ni un solo día debería pasar en el que no nos hayamos preguntado: “¿Cuál es mi propósito para hoy? ¿Cuál es el propósito de mi vida hoy?” Y al final del día deberíamos preguntarnos: “¿Qué beneficio o aprendizaje obtuve del día de hoy? ¿Cómo se beneficiaron los demás de mí?”